lunes, 6 de abril de 2020

Análisis literario: Trilogía de Sófocles : Edipo Rey - Edipo en Colono - Antígona

Presentado en el curso universitario de Literatura Clásica - Griega.


¿Qué entendemos por “Trilogía”?


Para poder conocer el significado del término trilogía, tenemos que comenzar estableciendo lo que es su origen etimológico. En este caso, deriva del griego pues se halla conformado por tres componentes claramente delimitados:

- El prefijo “tri-”, que puede traducirse como “tres”.
. El sustantivo “logo”, que es sinónimo de “palabra”.
. El sufijo “-ia”, que es equivalente a “acción” o “cualidad”.

El concepto de trilogía se emplea para nombrar a una serie compuesta por tres obras de un mismo autor que, por alguna particularidad, se considera como una unidad. Es posible encontrar trilogías en la literatura, el cine y otros ámbitos.
Es frecuente que la trilogía se desarrolle a partir de una cierta continuidad del argumento. En algunos casos, sin embargo, la trilogía no se vincula tanto a lo temático, sino que depende de la permanencia de ciertos personajes centrales. Lo importante es que las tres obras tengan algún punto en común relevante para que constituyan una trilogía.

(Edipo Rey – Edipo en Colono – Antígona).

Género dramático y subgénero tragedia:

¿Qué es el género dramático?
El género dramático es aquel que representa algún episodio o conflicto de la vida de los seres humanos por medio del diálogo de los personajes.
Sus rasgos más característicos son el uso del diálogo y que no aparece la figura del narrador. Este género está destinado a ser representado, por lo que abarca todo lo escrito para el teatro. El fin de una obra del género dramático, aunque puede ser leída, es su representación en un escenario ante unos espectadores.
Esta tarea es llevada a cabo por los actores, que encarnan a los personajes y que son conducidos por un director.

Estructura de la narración
Una obra dramática está dividida en tres instancias características:
 Presentación o exposición:
Es el principio de la obra y en ella se presentan los datos más importantes de la obra.  Normalmente, en las obras que están divididas en actos, la presentación corresponde al primer acto.
 Nudo o desarrollo:
Es la segunda parte de la obra, generalmente la más larga. Coincide con el momento de mayor tensión y donde la trama se complica. Este punto lo denominamos clímax. La mayor parte de las veces, el segundo acto, que coincide con el desarrollo de la obra, llega a su fin una vez producido el clímax.
 Desenlace:
Es el momento en que se resuelve el problema planteado en el desarrollo de la obra.

Subgénero Tragedia:
La trilogía estudiada pertenece a este subgénero.
Características:
·         Es una forma dramática que tuvo su origen en la antigüedad.
·         Habitualmente el conflicto trágico es producto de la ruptura del orden del mundo, evento que enfrenta a los personajes con un destino inexorable.
·         El gran modelo de la tragedia como forma dramática lo encontramos en las obras de los clásicos griegos.

Elementos de la tragedia:
·         Coro. El coro representaba en las tragedias un papel fundamental pues representaba la voz del pueblo: aconsejaba, explicaba los dilemas, daba información y dejaba en claro el dilema moral, etc. Sus intervenciones se estructuraban en base a tres momentos: estrofa, antístrofa y párodo.
·         Corifeo. El conductor del coro, que podía salir de éste y tener voz propia para increpar a los coreutas (miembros del coro) o a los demás personajes.
·         Personajes. Los distintos personajes, héroes o antagonistas jugaban su papel en la obra. Todos estaban representados por actores varones, independientemente de su sexo, pues las mujeres no tenían lugar en el teatro de la antigüedad.

Estructura de la tragedia

La tragedia clásica se regía por un modelo bastante rígido, compuesto por tres momentos:
·         Prólogo: Aquello que antecede a la entrada del coro, usualmente a través de un máximo de tres personajes y sirve para informar al público del contexto de la obra, dónde ocurre, a quién y qué hechos del pasado deben manejarse. Para muchos no forma propiamente parte de la obra, sino que es su prefacio o introducción.
·         Párodos: Ingresa el coro a la obra, mediante cantos líricos y danzas de avance y retroceso. Se crea la atmósfera de la tragedia y se anticipan las entradas de los protagonistas.
·         Episodios: Podían ser hasta cinco episodios durante los cuales se expresa el contenido filosófico o de pensamiento de la obra, en un diálogo entre los personajes o entre los personajes y el coro. A menudo estos pronunciamientos morales, éticos o filosóficos tenían lugar en boca del coro, en sub-episodios llamados estásimos.
·         Éxodo. Parte final de la pieza, con cantos líricos y dramáticos. Aquí el héroe tiene su revelación, reconoce sus errores y es castigado por los dioses dando pie a la enseñanza moral.

Conflicto evidenciado en la trilogía:

Edipo Rey:

El conflicto que presenta la obra “Edipo Rey” es entre un personaje y la sociedad, ya que el personaje principal, Edipo, mató a su propio padre, sin saber que lo era, y luego se casa con su madre con la que incluso tiene hijos.
            El pueblo y el mismo, Edipo, tratan de vengar la muerte del rey asesinado (Layo), hacen averiguaciones y Edipo incluso llega a describir los castigos que recibirá quien retenga información al respecto que ayuda a aclarar la muerte de Layo. Al final descubre la verdad, su madre se quita la vida, él se saca los ojos y se va a exiliar a otro país.

Análisis del cumplimiento del destino:

Layo, rey de Tebas, había recibido del oráculo (revelaciones del futuro) de que, si engendrase alguna vez un hijo, el niño, una vez adulto, le daría muerte.

“...Una vez llegó a Layo un oráculo – no diré que, del propio Febo, sino de sus servidores – que decía que tendría el destino de morir a manos del hijo que naciera de mí y de él...” (Pág.10)

            Al nacer el niño, Layo le ató los pies y lo entregó a un pastor para que lo abandonara, así Layo esperaba escapar del oráculo.

“...No habían pasado tres días desde el nacimiento del niño cuando Layo, después de atarle juntas las articulaciones de los pies, le arrojó, por la acción de otros, a un monte infranqueable” (Pág.10)

Actuando de esa forma para evadir el futuro que les habían predicho, la reina Yocasta estaba segura ya que con el niño muerto era imposible que se cumpliera, además Layo murió a manos de unos ladrones en una encrucijada de tres caminos, por lo tanto, ese oráculo no fue cumplido para ella.
Sin embargo, lo que Yocasta no sabía es que al niño le salvaron la vida cuando Layo lo dio a un servidor.
Cuando Edipo creció, durante un banquete en la casa de quien creía su padre Pólido, un hombre ebrio dijo que yo no era hijo de su padre y su madre Mérope. Entonces a escondidas de sus padres fue a ver a Delfos y Febo para que le dijeran la verdad, sin embargo, lo que le dijeron fue su infortunio y las desgracias que le tenía el destino.

“...Que estaba fijado que yo tendría que unirme a mi madre y que traería al mundo una descendencia insoportable de ver para los hombres y que yo sería asesino del padre que me había engendrado...” (Pág.11)

Para evitar esa desgracia que el futuro le había predestinado Edipo decide viajar en camino opuesto a su casa, pensando que Pólido y Mérope son sus padres verdaderos.
Cuando vagaba por ese camino al que llaman “encrucijada de tres caminos” un heraldo casi lo saca violentamente de la calle y él enojado, mató a todos, menos a uno que escapó.

“...Cuando en mi viaje estaba cerca de ese triple camino, un heraldo y un hombre, cual tu describes, montado sobre un carro tirado por potros, me salieron al encuentro. El conductor y el mismo anciano me arrojaron violentamente fuera del camino. Yo al que me había apartado, al conductor del carro, le golpee movido por la cólera. Maté a todos. Si alguna conexión hay entre Layo y yo este extranjero, ¿Quién hay en este momento más infortunado que yo?” (Pág.11)

Se puede resolver en que, a pesar de los esfuerzos por parte de Edipo por evitar el oráculo, así como los de Yocasta, el destino se las ingenió para cumplir una tragedia que ya estaba predestinada para sus vidas.
Edipo sigue su camino después de matar a esos hombres y se convierte en Rey de Tebas por resolver el enigma de la Esfinge y salvar al pueblo, por ende, le es entregada la Reina (sin saber que era su madre) y así se casa con ella y tiene hijos.
Reinando ya, el pueblo padece una peste que no cesa y los oráculos dicen que es porque no se ha cobrado venganza por la muerte de Layo, por lo que Edipo inicia una investigación.
Entre todas las averiguaciones pregunta a Teresias que tiene dones de predicciones y él le dice:

“Tiresias: Afirmo que tú eres el asesino del hombre acerca del cual están investigando” (Pág.5)

También le predice que quedará ciego por los infortunios de sus propios actos:

“...Ciego cuando antes tenía vista y pobre en lugar de rico, se trasladará a tierra extraña tanteando el camino con un bastón... ” (Pág.6)

Edipo se molesta mucho por esto.
La reina le cuenta el predigo que tuvo con su hijo pero que no se cumplió porque lo evitaron y le comenta que murió en una encrucijada de tres caminos por unos ladrones, por lo que Edipo se preocupa por que recuerda que él mato en ese camino a unos hombres. Manda a llamar al servidor que había escapado en esa ocasión.
Todo el rompecabezas empieza a tener sentido para Yocasta y Edipo cuando un mensajero de su padre adoptivo viene a indicarle que su tierra lo reclama como rey porque Pólido murió de vejez, que no tema al oráculo, aunque su madre aún viva puesto que él no es un hijo engendrado por ellos, si no encontrado.

“...Mensajero: ¿Recuerdas que entonces me diste un niño para que yo lo criara como un retoño mío?...
Edipo: -¿Le entregaste al niño por el que él pregunta?...
-Servidor: -Lo hice y ojalá hubiere muerto ese día-
Edipo: -¿De dónde lo habías tomado? ¿Era de tu familia o de algún otro?
Servidor: ...era uno de los vástagos de la casa de Layo
Edipo: ¿Un esclavo o uno que pertenecía a su linaje?
Servidor: -Era tenido por hijo de aquel. Pero la que está dentro, tu mujer, es la que mejor podría decir cómo fue...”

Es en este momento de la lectura cuando es revelado que no fue Layo el que envió a tirar al niño recién nacido como lo comentó Yocasta, ya que el servidor cuenta que fue ella personalmente que se lo entregó para que lo matara y así evitar que se cumpliera el oráculo que predestinaba una muerte de ambos padres a causa de ese hijo.

“-¡Ay, ay! Todo se cumple con certeza. ¡Oh luz del día, que te vea ahora por última vez! ¡Yo que he resultado nacido de los que no debía, teniendo relaciones con los que no podía y habiendo dado muerte a quienes no tenía que hacerlo!”(Pág.17)

Al darse cuenta la reina Yocasta que no pudo evitar su destino, decide asesinarse.

“Mensajero: -...Ha muerto la divina Yocasta...
...Corifeo: -¿Por qué causa?
Mensajero: -Ella, por sí misma... Cuando, dejase llevar por la pasión atravesó el vestíbulo, se lanzó derechamente hacia la cámara nupcial mesándose los cabellos con ambas manos, una vez que entró echando por dentro los cerrojos de las puertas, llama a Layo, muerto ya desde hace tiempo, yu le recuerda su antiguo oráculo, por cuyas manos el mismo iba a morir y a dejar a su madre como funesto medio de procreación para sus hijos. Deplora el lecho donde, desdichada había engendrado a una doble descendencia: un esposo de un esposo y unos hijos de hijos. Y, después de esto ya no sé cómo murió, pues Edipo daba vueltas, iba y venía hacia nosotros pidiendo que le proporcionáramos una espada y que donde se encontraba la esposa que no era esposa, seno materno es dos ocasiones, para él y para sus hijos, él estaba fuera de sí, y gritando de horrible modo, como si alguien le guiara, se lanzó contra las puertas dobles y abate desde los puntos de apoyo los cerrojos y se precipita en su habitación en la que contemplamos a la mujer colgada, suspendida del cuello por retorcidos lazos. Cuando él la ve, el infeliz lanzando un espantoso alarido, afloja el nudo corredizo que la sostenía...” (Pág.18)

Seguidamente se cumplió el prodigio hecho por Tiresias a Edipo respecto a su ceguera y destierro.

“...Arrancó los dorados broches de su vestido con los que se adornaba y, alcanzándolos,  se golpeó con ellos las cuencas de los ojos al tiempo que decía cosas como éstas: que no le verían a él, ni los males que había padecido, ni los horrores que había cometido, si no que estaría en la oscuridad el resto del tiempo para no ver a los que no debía y no conocer a los que no deseaba” (Pág.18)

Se despide de sus hijas Antígona e Ismene y se va.

“Edipo: -Que me envíes desterrado del país.
Creonte: -Márchate y suelta a tus hijas...” (Pág.21)

Edipo en Colono:

Durante esta lectura se desprende el conflicto acerca de ¿En cuál lugar va a estar la tumba de Edipo? Ya que está predestinado por los oráculos que donde descansen sus restos será un lugar que recibirá beneficios.
      Sus hijos preparan una guerra por el trono de Tebas, tanto Creonte (su cuñado) como Polinices (su hijo menor) intentan persuadirlo para que este del lado que a cada uno le conviene.
      También se extrae durante la lectura la inocencia de Edipo ya que no actuó con dolo en sus acciones, si no, más bien por designios que ya el destino tenía escritos, por ende, el mismo no es culpable del asesinato de su padre, el incesto con su madre y el homicidio de la misma.

Análisis del cumplimiento del destino:

     Durante esta lectura se ubica a Edipo en Atenas, Colono, en la cual el rey es Teseo. Edipo llegó a este lugar con su hija Antígona (ella lo cuidaba) desterrado por sus hijos que al tomar el reinado en Tebas le echaron por temor a que su tierra sufriera maldiciones por lo que él hizo.
      Ya Edipo sabía que eso iba a suceder…

“Dirás que yo quería entonces todo esto y que la ciudad no hizo más que otorgarme lo que pedía. Pero no es así; porque aquel mismo día, cuando hervía mi furor y me hubiera sido muy grata la muerte y que me hubiesen destrozado a pedradas, no hubo nadie que me ayudara al cumplimiento de mi deseo; pero tiempo después, cuando ya todo el dolor se me había mitigado y comprendí que mi ira se había excedido, castigándome más de lo que yo merecía por mis pasados pecados, entonces, después de tantos años me expulsó la ciudad violentamente de sus términos; y ellos, los hijos de este padre, mis propios hijos, pudiendo socorrerme, nada quisieron hacer; sino que por no decir ni siquiera una palabra en mi favor, desterrado de mi patria, me obligaron a vagar mendigando mi sustento. En cambio, de estas dos doncellas, a pesar de la debilidad de su sexo, recibo el sustento de mi vida, la seguridad de mi albergue y los cuidados de familia. Ellos, menospreciando al padre que los engendró, han preferido sentarse en el trono, empuñar el cetro y gobernar el país; pero no crean que me han de tener en su ayuda, ni tampoco que les ha de ser provechoso el gobierno de la tierra de Cadmo. Sé muy bien todo esto, no sólo por los oráculos que acabo de oír, sino también por los que recuerdo que Febo profetizó y cumplió referentes a mí. Envíen, pues, si quieren en mi busca a Creonte o a otro cualquier poderoso ciudadano; que si vosotros, ¡oh extranjeros!, queréis prestarme vuestro auxilio a la vez que estas venerables diosas protectoras de vuestro pueblo, tendréis en mí un gran salvador de vuestra ciudad y un azote para vuestros enemigos.” (Pág.27)

      Al darse cuenta donde estaba supo que se cumpliría nuevamente lo predicho por el oráculo, indicándole que incluso acudiría a un terremoto o trueno al final de sus días que sería en una tierra extraña.

“EDIPO. -¡Oh veneran das deidades que intimidáis con vuestra mirada! Ya que Vosotras sois las primeras en cuyo sagrado bosque he descansado yo al entrar en esta tierra, sed indulgentes conmigo y con Febo, quien cuando me anunció todas mis desgracias, me indicó también que el término de ellas lo hallaría después de largo tiempo, cuando al llegar a lejana región encontrase asilo en mansión de venerandas deidades, donde terminaría mi trabajosa vida en provecho de los habitantes que, desterrándome, me expulsaron; y además, que como señales que me indicaran el cumplimiento del oráculo, acontecería un terremoto, un trueno o un relámpago.” (Pág.22)

      Estando Edipo en Colono, llegó su otra hija Ismena con noticias de nuevos oráculos los cuales manifestaban como sus dos hijos se echarían a pelear por el trono y los mismos tratarían de buscar a Edipo para su propia salvación.

“ISMENA. -Las penas que he sufrido, ¡oh padre!, buscando el sitio en que podría encontrarle, las pasaré en silencio; pues no quiero renovar mis sufrimientos con la relación de las mismas. La discordia que actualmente existe entre tus dos malaventurados hijos es lo que vengo a anunciarte. En un principio tenían ambos el mismo deseo de dejar el trono a Creonte y no ensangrentar la ciudad, considerando, con razón, que la ruina que de antiguo aniquilaba a la familia, amenazaba a tu desdichada casa. Mas ahora no sé qué deidad se unió a la perversa intención de los mismos para infundir en los muy malaventurados la funesta rencilla de apoderarse del mando y del supremo poder. Y tanto, que el joven, y por lo mismo menor en edad, privó del trono al mayor, a Polinices, y lo expulsó de la patria. Éste, según la noticia más autorizada que entre nosotros corre, se fue a Argos, el de suelo quebrado, donde, con su reciente casamiento, se ha procurado fieles aliados; de modo que pronto los argivos someterán a su imperio la tierra cadmea, o serán causa de que la gloria de ésta se eleve hasta las nubes. Estos no son solamente vanos rumores, padre, sino hechos que aterrorizan. Ni puedo prever dónde pondrán los dioses el término de tus desgracias.”(Pág.26)

“ISMENA. -Sí, padre, según recientes oráculos. 
EDIPO. -¿Cuáles son? ¿Qué han profetizado, hija? 
ISMENA. -Que los tebanos te han de buscar algún día, vivo o muerto, por causa de su salvación. 
EDIPO. -¿Quién puede esperar beneficio de un hombre como yo? 
ISMENA. -En ti dicen que estriba la fuerza de ellos. 
EDIPO. -¿Cuando nada soy es cuando soy hombre? 
ISMENA. -Ahora te ensalzan los dioses; antes te abatieron. 
EDIPO. -Inútil es elevar al anciano que de joven ha sido derribado.  ISMENA. -Sabe, pues, que por esto pronto vendrá a buscarte Creonte, y no pasará mucho tiempo. 
EDIPO. -¿Qué se propone hija? Explícamelo. 
ISMENA. -Depositarte cerca de la tierra de Cadmo, para tenerte en su poder sin que llegues a pisar los límites del país. 
EDIPO. -¿y qué provecho han de sacar de mi permanencia cerca del país? 
ISMENA. -Tu tumba, si no obtiene los debidos honores, será gravosa.
Para ellos. 
EDIPO. -Pues sin necesidad del oráculo cualquiera sabe esto, sólo con la razón natural. 
ISMENA. -Pues por eso quieren tenerte cerca de la patria para que no dispongas libremente de ti mismo.  EDIPO. -¿Y me enterrarán en suelo tebano? 
ISMENA. -No lo permite la sangre de tu misma familia, que has derramado, padre.
EDIPO. -Pues de mí no mandarán jamás. 
ISMENA. -Será, pues, esto algún día gran desgracia para los tebanos. 
EDIPO. -¿Por qué contingencia, hija mía? 
ISMENA. -Por tu propia cólera, cuantas veces se pongan sobre tu sepultura.
EDIPO. -Todo esto que me cuentas, ¿de quién lo sabes, hija?  ISMENA. -De los hombres que fueron enviados a consultar al oráculo délfico. 
EDIPO. -¿Y eso es lo que Febo ha dicho de mi? 
ISMENA. -Así lo afirman los que han llegado a Tebas. 
EDIPO. -Y algunos de mis hijos, ¿se ha enterado de esto? 
ISMENA. -Los dos a la vez, y lo saben muy bien. 
EDIPO. -Y los malvados, enterados de esto, ¿prefieren el trono a mi cariño? 
ISMENA. -Me aflijo al oír eso, padre, y sin embargo, te lo anuncio.”(Pág.26)

      Edipo ofrece a Teseo su cuerpo, ya que al morir donde se encuentre su sepultura será tierra de beneficios según los oráculos.
      Se cumple el oráculo antes anunciado por Ismena cuando ven llegar a Creonte:

“ANTÍGONA. -Ahí tienes a Creonte, que viene hacia nosotros, no sin escolta, padre. ”(Pá.31)

      Creonte trata de persuadir a Edipo para que se vaya con él:

“Pero, ¡oh infortunado Edipo!, obedéceme y ven a casa. Todo el pueblo de Cadmo te reclama con justicia, y más que todos, yo; por cuanto, como no he sido un malvado entre los hombres, me duelo de tu desgracia, anciano, al verte tan desdichado como eres en tierra extraña, siempre errante y careciendo de recursos para mantenerte…”(Pág.31)

      Sin embargo, no logra persuadirlo, Creonte lo intenta por la fuerza raptando a sus hijas, pero Teseo las rescata. Otro oráculo cumplido:

“CORIFEO. -¡Oh extranjero errático!, no dirás que como falso adivino me he equivocado en mi pronóstico; pues veo las muchachas aquí cerca, que vienen bien custodiadas.”(Pág.35)

      Cuando regresan las hijas de Edipo, rescatadas por Teseo, se termina de cumplir el oráculo que indicaba sus hijos lo buscarían, ya había ido Creonte en nombre de Eteocles (hijo menor) quien estaba reinando en ese momento y ahora estaba ante él Polinices (hijo mayor) en búsqueda de la misma intención.

“POLINICES. -¡Ay de mí! ¿Qué haré? ¿Acaso, ¡oh niñas!, lloraré mis propias desgracias antes que las de este anciano padre que estoy viendo? Al cual en extranjera tierra, junto con vosotras, encuentro aquí, arrojado, con ese vestido cuya desamable y enranciada pringue lleva pegada al cuerpo consumiéndoselo, y en su cabeza sin ojos, la cabellera despeinada flota a merced del viento; y hermanados con esto, a lo que parece, serán los manjares de su sufrido estómago. Desdichas que yo, ¡infeliz de mí!, demasiado tarde advierto, a la vez que me confieso por el más perdido de los hombres que vengo para proveer a tus necesidades” (Pág.36)

      Y queda cumplido que los hijos de Edipo se mataran por la búsqueda de quien reine el país. (Situación que se describe en una obra de Esquilo titulada “Los siente contra Tebas”).

“POLINICES. -Pues hablaré, porque bien me aconsejas tú, invocando primeramente como defensor al mismo dios de cuya ara me hizo levantar para venir aquí el soberano de esta tierra, permitiéndome hablar y escuchar con éxito seguro. Y lo mismo, ¡oh extranjeros!, quisiera alcanzar de vosotros y de estas dos hermanas y de mi padre.  El asunto que aquí me ha traído te lo voy a decir, padre. De la tierra patria he sido lanzado como un desterrado por causa de que pedía el derecho a sentarme en tu soberano trono, por ser el mayor en edad. Por ese motivo, Eteocles, siendo por su nacimiento más joven, me expulsó de la tierra; no por haberme vencido con razones, ni por haber acudido a la prueba del valor y de la fuerza, sino convenciendo a la ciudad. La única causa de todo esto es la maldición que tú nos echaste, según yo creo, y luego he oído también de los adivinos.  Porque después que llegué a la dórica Argos, y tomé por suegro a Adrasto, junté conmigo, obligados con juramento, a cuantos de la tierra de Apis son los primeros por su renombre y más honrados por su lanza, para que, reuniendo con ellos una expedición de siete cuerpos de ejército contra Tebas, o muera con toda honra o arroje de la tierra a los que de ella me echaron. Pues bien: ¿qué es en verdad lo que ahora me ha traído aquí? Suplicarte humildemente, ¡oh padre!, que te conmuevas en mi favor y en el de mis aliados, que ahora, con sus siete divisiones y siete jefes, que sendas lanzas por insignia llevan, sitian en torno todo el campo de Tebas. Es el primero el lancero Anfiarao, quien obtiene la preeminencia por su lanza y también por su arte de augurar; el segundo es el etolio Tideo, hijo de Eneo; Etéoclo, argivo de nacimiento; el cuarto, Hipomedonte, enviado por su padre Tálao; el quinto, que es Capaneo, se gloria de minar la ciudad de Tebas, que ha de destruir con el fuego; el sexto, Partenopeo, es arcadio por su origen, y se llama así por haber nacido de madre virgen hasta el tiempo del parto, y que para mí es hijo de Atalanta; y yo, que lo soy tuyo, pero no tuyo, sino de la mala suerte, aunque me llamen tuyo, mando contra Tebas el impávido ejército argivo.” (Pág.37)

      Sus suplicas son rechazadas por Edipo, como ya él lo había predestinado.
      A continuación, Zeus hizo retumbar el cielo, cumpliendo la profecía del fin de los días a Edipo.

“Retumba el cielo, ¡oh Zeus!” (Pág.38)
“EDIPO. -Ese alado trueno de Zeus me llevará al punto al hades.” (Pág.38)

      Como si pudiera ver Edipo camina firmemente guiado por Hermes y en compañía de Teseo y sus hijas para encontrar el lugar en el que descansaran sus restos, apartando a sus hijas y que sea solo de conocimiento de Teseo cuando sea encontrado.

“EDIPO. -Yo te mostraré, hijo de Egeo, lo que exento de las injurias del tiempo habrá siempre en esta ciudad. Y yo mismo ahora, sin que me dirija ningún guía, te guiaré hasta el sitio en que yo debo morir. Y nunca digas a ningún hombre ni el lugar en que quede sepultado este cuerpo mío, ni el paraje en que se halla, para que de este modo te proporciones siempre, en contra de tus vecinos, la fuerza que puedan darte muchos escuderos y tropa extranjera. Y esto, que es un secreto que no debe remover la palabra, tú por ti mismo lo vas a saber cuándo llegues allí solo; porque ni puedo revelarlo a ninguno de los ciudadanos, ni a las hijas mías, a pesar de que las amo.  Pero tú guárdalo siempre; y cuando llegues al término de la vida manifiéstaselo a tu hijo mayor, y luego éste que se lo diga al que lo suceda. De esta manera gobernarás la ciudad inmune de las devastaciones de los Tebanos. La mayor parte de las ciudades, aun cuando uno los gobierne bien, fácilmente se insolentan; pero los dioses ven ciertamente, aunque sea tarde, al que despreciando las leyes divinas se entrega al furor; lo que tú, hijo de Egeo, debes procurar que nunca te suceda. ” (Pág.39)

      Y así fue como murió Edipo, sin dolor y en favor de beneficios para el rey de Colono, Teseo.
      La noticia de propago hasta su tierra Tebas.

“MENSAJERO. -Sabe que ha dejado ya la vida que siempre ha vivido.  CORIFEO. -¿Cómo? ¿Acaso con divino auxilio y sin fatiga murió el infeliz? 
MENSAJERO. -Esto es cosa muy digna de admiración: el cómo partió de aquí -y tú que estabas presente lo sabes-, sin que le guiara ningún amigo, sino dirigiéndonos él a todos nosotros, y cuando llegó al umbral de abismo que con los escalones de bronce se afirma en el fondo de la tierra, se paró en una de las vías que allí se cortan, cerca del cóncavo cráter donde yacen las señales de eterna fidelidad de Teseo y Piritoo; y habiéndose parado allí, entre el cráter y la roca de Toriquio y un hueco peral silvestre y una tumba de piedra, se sentó. 
En seguida se quitó los pringosos vestidos; y llamando a sus hijas, les mandó que le llevasen agua corriente para lavarse y hacer libaciones; y las dos, corriendo a la colina de la fructífera Deméter que desde allí se divisa, cumplieron en breve el mandato del padre, y le lavaron y vistieron según se hace con los muertos.
Y cuando todo lo que él había ordenado hicieron a su satisfacción, y no quedaba por hacer el más mínimo detalle de lo que había encargado, retumbó Zeus bajo la tierra; las muchachas se horrorizaron, así que lo oyeron; y echándose a los pies del padre empezaron a llorar, sin cesar de darse golpes en el pecho ni de echar prolongados lamentos. Él, al punto que oyó el penetrante ruido, apretándolas entre sus brazos, les dijo: « ¡Oh hijas! Ya no tenéis padre desde hoy, pues ha muerto todo lo mío; y en adelante no llevaréis ya esa trabajosa vida por mi sustento. Cuán dura ha sido, en verdad, lo sé, hijas; pero una sola palabra paga todos esos sufrimientos, porque no es posible que tengáis de otro más afectuoso amor que el que habéis tenido de este hombre, privadas del cual viviréis en adelante». 
Y abrazados así unos con otros, lloraban todos dando sollozos. Mas al punto que cesaron de llorar y no se oía ninguna palabra, sino que había silencio, de repente le llamó una voz, y de tal modo, que a todos el miedo nos puso enseguida los pelos de punta (pues le llamaba dios de muchas y distintas maneras): ¡Eh, tú, tú, Edipo!, ¿qué esperas para venir? Hace tiempo ya que te vas retrasando. Y él, en seguida que oyó que dios le llamaba, mandó que se le acercara Teseo, el rey de esta tierra; y cuando se le acercó, le dijo: « ¡Oh querido Teseo!, dame tu mano como garantía de antigua fidelidad para mis hijas; y vosotras, hijas, dádselas a él; y promete que jamás las traicionarás voluntariamente, sino que harás todo cuanto en tu benevolencia llegues a pensar que les ha de ser útil siempre». Este, como varón noble, sin vacilar le prometió con juramento al huésped que así lo haría. 
Y hecho esto, cogió en seguida Edipo con sus vacilantes manos a sus hijas, y les dijo: « ¡Oh hijas!, es preciso que probando la nobleza de vuestra alma os alejéis de este sitio, y no queráis ver lo que no está permitido, ni escuchar nuestra conversación, sino apartaos prontamente; quede aquí sólo el señor Teseo para enterarse de lo que tiene que hacer». Tales palabras le oímos decir todos; y con muchas lágrimas, en compañía de las muchachas, gimiendo nos apartamos. Mas cuando al poco tiempo de ir apartándonos volvimos la cabeza, advertimos que el hombre aquel en ninguna parte se hallaba; y que nuestro mismo rey, con la mano delante de la cara, se tapaba los ojos como señal de algún terrible espectáculo cuya visión no hubiese podido resistir. Sin embargo, después de unos momentos, no muchos, le vimos que estaba adorando a la Tierra y también al Olimpo de los dioses en una misma plegaria. 
De qué manera haya muerto aquél, ninguno de los mortales puede decirlo, excepto el rey Teseo; pues ni le mató ningún encendido rayo del dios, ni marina tempestad que se desatara en aquellos momentos, sino que, o se lo llevó algún enviado de los dioses, o la escalera que conduce al Hades se le abrió benévolamente desde la tierra para que pasara sin dolor. Ese hombre, pues, ni debe ser llorado, ni ha muerto sufriendo los dolores de la enfermedad, sino que ha de ser admirado, si hay entre los mortales alguien digno de admiración. Y si os parece que no hablo cuerdamente, no estoy dispuesto a satisfacer a quienes me crean falto de sentido.” (Pág. 39,40)

Antígona:

El conflicto presente durante esta obra es ético por la oposición entre lo moral y lo políticamente impuesto; es decir, entre la ley moral y la social, reflejado en Antígona y sus deseos de darle una sepultura correcta a su hermano, aunque este acto vaya en contra de lo impuesto por el rey.
Antígona, hija de Edipo es la protagonista de la tragedia y la heroína la cual ha de luchar contra Creonte, su tío y a la vez su enemigo ya que se ha convertido en un rey tirano al gobernar Tebas y es imprudente y nada sabio.

Análisis del cumplimiento del destino:

                Durante esta obra se observa el cumplimiento del presagio hecho en la obra anterior “Edipo en Colono”, respecto a la muerte de los hermanos luchando por reinar Tebas.

«Todos huyeron, salvo los dos desgraciados que, nacidos de un mismo padre y de una misma madre, enfrentando una contra otra sus lanzas soberanas, alcanzaron los dos la misma suerte en un común perecer”. (Pág.44)

            Al suceder esto Creonte es el nuevo Rey de Tebas y ordena dar una sepultura adecuada a Etéocles y dejar a Polinice a merced del apetito de los perros y aves carroñeras.

“…Por doble fatalidad, han muerto el mismo día, al herir y ser heridos con sus propias fratricidas manos, quedo yo, de ahora en adelante, por ser el pariente más cercano de los muertos, dueño del poder y del trono de Tebas…” (Pág.44)
“…, acabo hoy de hacer proclamar por toda la ciudad un edicto referente a los hijos de Edipo. A Etéocles, que halló la muerte combatiendo por la ciudad con un valor que nadie igualó, ordeno que se le entierre en un sepulcro y se le hagan y ofrezcan todos los sacrificios expiatorios que acompañan a quienes mueren de una manera gloriosa. Por el contrario, a su hermano, me refiero a Polinice, el desterrado que volvió del exilio con ánimo de trastornar de arriba abajo el país paternal y los dioses familiares, y con la voluntad de saciarse con vuestra sangre y reduciros a la condición de esclavos, queda públicamente prohibido a toda la ciudad honrarlo con una tumba y llorarlo. ¡Que se le deje insepulto, y que su cuerpo quede expuesto ignominiosamente para que sirva de pasto a la voracidad de las aves y de los perros...” (Pág.44)

            Sin embargo, Antígona en contra de lo que decretó Creonte inicia los ritos de sepultura para su hermano Polinice.

”…Yo, por mi parte, enterraré a Polinice. Será hermoso para mí morir cumpliendo ese deber. Así reposaré junto a él, amante hermana con el amado hermano; rebelde y santa por cumplir con todos mis deberes piadosos…”(Pág.43)

            Al enterarse Creonte que el cuerpo de Polinice estaba siendo preparado para la sepultura, el coro se pregunta si ya eso habrá estará escrito por el destino.

“CORIFEO: Rey, desde hace tiempo mi alma se pregunta si este acontecimiento no habrá sido dispuesto por los dioses.” (Pág.45)

            Efectivamente para la literatura son acciones que ya estaban destinadas a suceder y es mencionado en constantes ocasiones, incluso por el mensajero que encuentra el cuerpo con libaciones para ser sepultado.

“¡Sí; que se descubra al culpable ante todo! Pero que se le coja, o que no, pues es el Destino quien lo decidirá…”(Pág.46)

            Incluso Antígona en una discusión con Creonte le manifiesta que no tiene miedo de actuar en contra de su mandato injusto ya que sabía que moriría incluso antes de que esa situación se llevara a cabo.

“…No temo la voluntad de ningún hombre, temer que los dioses me castigasen por haber infringido tus órdenes. Sabía muy bien, aun antes de tu decreto, que tenía que morir…” (Pág.47)

            Por este motivo Antígona es condenada a morir en una tumba cerrada a órdenes de Creonte, a pesar de las súplicas de su hijo Hemón, quien es el prometido de Antígona. Creonte no escucha razón alguna por su egoísmo y machismo. También el coro le manifiesta desgracias por su deliberado e injusto actuar.
“…Voy viendo desde hace mucho tiempo cómo nuevas desgracias se van acumulando unas tras otras a las que padecieron los que ya no existen…” (Pág.49)
“…Una generación no libera a la siguiente; un dios se encarniza con ella sin darle reposo. Hoy que la luz de una esperanza se columbraba para la casa de Edipo en sus últimos retoños, he aquí que un polvo sangriento otorgado a los dioses infernales, unas palabras poco sensatas, y el espíritu ciego y vengativo de un alma, han extinguido esa luz…” (Pág.49)

            El sufrimiento de Antígona es producto de la maldición que caería sobre la generación de Edipo al unirse con su madre y asesinar a su padre, por lo tanto, la obra es un cumplimiento de las dos anteriores “Edipo Rey”, “Edipo en Colono”.

“ANTÍGONA: ¡Qué pensamientos más amargos has despertado en mí al recordarme el destino demasiado conocido de mi padre, la ruina total que cayó sobre nosotros, el famoso destino de las Labdácidas! ¡Oh fatal himeneo materno! ¡Unión con un padre que fue el mío, de una madre infortunada que le dio el día! ¡De qué padres, desgraciada, nací! Voy hacia ellos ahora, desventurada, y sin haber sido esposa, voy a compartir con ellos su mansión. Y tú, hermano mío, ¡qué unión funesta has formado! ¡Muerto tú, me matas a mí, que vivo aún!” (Pág.52)
«…Pero el poder del Destino es terrible, y ni la opulencia ni Ares ni las torres de las murallas ni los obscuros navíos batidos por las olas, pueden esquivarlo…” (Pág.53)

            En un momento de la obra toma la palabra el adivino Tiresias quien tiene malas noticias para Creonte anticipando su futura desgracia.

“TIRESIAS: Pues es preciso que sepas que la Fortuna te ha puesto otra vez sobre el filo de la navaja.
CREONTE: ¿Qué hay? Me estremezco al pensar qué palabras van a salir de tus labios.
TIRESIAS: Las que vas a oír y que los signos de mi Arte me han proporcionado. Estaba, pues, en mi viejo asiento augural, desde donde observo todos los presagios, cuando de repente oí extraños graznidos que con funesta furia e ininteligible algarabía lanzaban unas aves; comprendí en seguida, por el retumbante batir de sus alas, que, con sus garras, y sus picos se despedazaban unas a otras.
Espantado, en el acto recurrí al sacrificio del fuego sobre el altar. Pero la llama no brillaba encima de las víctimas; la grasa de los muslos se derretía y goteaba sobre la ceniza, humeaba y chisporroteaba; la hiel se evaporaba en el aire y quedaban los huesos de los muslos desprovistos de su carne. He aquí, lo que me comunicaba este niño: los presagios no se manifestaban; el sacrificio no daba signo alguno: él es para mí un guía, como yo lo soy para otros. Y esa desgracia que amenaza a la ciudad es por culpa tuya. Nuestros altares y nuestros hogares sagrados están todos repletos con los pedazos que las aves de presa y los perros han arrancado al cadáver del desgraciado hijo de Edipo. Por eso los dioses no acogen ya las preces de nuestros sacrificios ni las llamas que ascienden de los muslos de las víctimas; ningún ave deja oír gritos de buen augurio, pues todas están ahítas de sangre humana y de grasa fétida. ¡Hijo mío, piensa en todos esos presagios! Común es a todos los hombres el error; pero cuando se ha cometido una falta, el persistir en el mal en vez de remediarlo es sólo de un hombre desgraciado e insensato. La terquedad es madre de la tontería. Cede, pues, ante un muerto, y no aguijonees ya al que ha dejado de existir. ¿Qué valor supone matar a un muerto por segunda vez? Movido de mi devoción por ti, te aconsejo bien; no hay nada más grato que escuchar a un hombre que solamente habla en provecho nuestro.” (Pág.53,54)
“TIRESIAS:Pues bien, a tu vez es preciso que sepas que las ruedas rápidas del Sol no darán, muchas vueltas sin que un heredero de tu sangre pague su muerte otra muerte; porque tú has precipitado ignominiosamente bajo tierra a un ser que vivía en su superficie y le has obligado a vivir sepulcro, y por añadidura retienes aquí arriba un cadáver lejos de los dioses subterráneos, sin honras fúnebres y sin sepultura. Y tú no tienes derecho a hacer eso; ni tú, ni ninguno de los dioses celestes: es un atropello que cometes; por eso las Divinidades vengadoras que persiguen el crimen, las Erinas del Hades y de los dioses, están al acecho para envolverte en los mismos males que tú has infligido. Y ahora mira si es la codicia la que inspira mis palabras. Se aproxima la hora en que lamentaciones de hombres y mujeres llenarán tu palacio. Contra, ti se concilian como enemigos todas las ciudades en las que las aves de anchas alas, las fieras o los perros han llevado restos despedazados de los cadáveres y un olor inmundo hasta los hogares de esos muertos.  Tales son los dardos que, en mi cólera, ya que me has irritado, he lanzado como un arquero infalible contra tu corazón, y cuyas sangrantes heridas no podrás evitar. (Dirigiéndose a su lazarillo.) Tú, niño, vuelve a llevarme a mi hogar. En cuanto a él que descargue su cólera en gentes más jóvenes que yo, que aprenda a mantener su lengua más tranquila y a acariciar en su corazón sentimientos más nobles que los que acaba de expresar ahora.” (Pág.54)

            Dicho esto, Creonte trata de resarcir el daño y el error cometido por lo que sepulta lo que queda del cuerpo de Polinice y va en busca de Antígona pero la misma ya ha muerto ahorcada por su propia voluntad, e inicia el cumplimiento del oráculo antes pronunciado por Tiresias ya que su hijo Hemón se quitó la vida con una espada al encontrar a su prometida muerta, seguidamente su esposa Eurídice al enterarse de la muerte de su hijo también se quita la vida y Creonte queda sumido en una gran desgracia provocada por su propia avaricia y mal actuar.

CORIFEO: ¿Qué nuevo infortunio de nuestros reyes vienes a anunciarnos?
MENSAJERO: Han muerto, y son los vivos los que los han hecho morir.
CORIFEO: ¿Quién ha matado? ¿Quién ha muerto? ¡Habla!
MENSAJERO: ¡Hemón ha muerto! Una mano amiga ha derramado su sangre.
CORIFEO: ¿La mano de su padre o bien la suya propia?
MENSAJERO: Se mató por su mano, enfurecido contra su padre por la muerte que había ordenado.
CORIFEO: ¡Oh adivino! ¡Tus predicciones se han cumplido sin demora!
MENSAJERO: Ya que así es, conviene pensar en todo lo que puede suceder.” (Pág. 55)

“MENSAJERO: Amada reina: te diré todo aquello de que yo he sido testigo y no omitiré ni una palabra de verdad. ¿Para qué dulcificarte un relato que más tarde se vería que había sido falso? La verdad es siempre el camino más derecho. Acompañaba y guiaba yo a tu esposo hacia el sitio elevado de la llanura en donde, sin piedad y despedazado por los perros, yacía todavía el cuerpo de Polinice. Allí, después de hacer nuestras preces primero a la diosa de los caminos y a Plutón, para que contuviesen su cólera y nos fueron propicios, lavamos el cadáver con agua lustral y quemamos los restos que quedaban con ramas de olivo recién cortadas. Por fin con la tierra natal, amontonada con nuestras manos, erigimos un túmulo elevado. Nos encaminamos en seguida hacia ese antro de piedra, cámara nupcial de Hades, en donde se hallaba la joven. Desde lejos uno de nosotros oyó un grito lejano y agudos gemidos que salían de ese sepulcro privado de honras fúnebres y se lo dijo inmediatamente al rey. El, a medida que se aproximaba, percibía acentos confusos de una voz angustiada. De pronto, lanzando un gran grito de dolor, profirió estas desgarradoras palabras: «¡Qué infortunado soy! ¿Habré adivinado? ¿Acaso hago el camino más triste por las sendas de mi vida? ¡Es la voz de mi hijo la que llega a mis oídos! ¡Id, servidores, corred más de prisa, arrancad la piedra que tapa la boca del antro, penetrad en él y decidme si es la voz de Hemón la que oigo o si me engañan los dioses!» Atendiendo estas órdenes de nuestro amo enloquecido, corrimos y miramos en el fondo de la tumba. Vimos a Antígona colgada por el cuello: un nudo corredizo, que había hecho trenzando su cinturón, la había ahorcado. Hemón, desfallecido, la sostenía, abrazado a ella por la cintura; deploraba la pérdida de la que debía haber sido suya, y que estaba ya en la mansión de los Muertos, la crueldad de su padre y el final desastroso de su amor. En cuanto Creonte lo vio, lanzó un ronco gemido, entró a la tumba y se fue derecho hacia su hijo, llamándolo y gritando dolorido: «Desgraciado, ¿qué has hecho? ¿Qué pretendías? ¡Qué desgracia te ha quitado el juicio? Sal hijo mío; tu padre, suplicando te lo ruega». El hijo, entonces, clava en su padre una torva mirada; le escupe a la cara, y desenvaina, sin contestarle, su espada de doble filo y se lanza contra él. Creonte esquivó el golpe hurtando el cuerpo. Entonces, el desgraciado, volviendo su rabia contra sí mismo, sin soltar su espada, se la hundió en el costado, alargando los brazos la mitad de su hoja. Dueño aún de sus sentidos, rodeo a Antígona con sus brazos desfallecidos, y vertiendo un chorro de sangre, enrojeció las pálidas mejillas de la doncella. ¡El desgraciado ha recibido la iniciación nupcial en la mansión de Hades, y demostró a los hombres que la imprudencia es el peor de los males!” (Pág.56)
“MENSAJERO: Tu mujer ha muerto. La madre amantísima del difunto que lloras, ha muerto, la desgraciada, por la herida mortal que acaba de asestarse.
MENSAJERO: Puedes verla, pues ya no está en el interior. (La puerta se abre y se ve el cuerpo muerto de EURÍDICE)
CREONTE: ¡Ah, infeliz de mí! ¡Veo esta otra y segunda desgracia! ¿Qué otro fatal destino, ¡ay!, mi esposa aún? ¡Sostengo en mis brazos a mi hijo que acaba de expirar; ¡y ahí, ante mis ojos, tengo ese otro cadáver! ¡Ay!, ¡oh madre infortunada!  ¡Ay!, ¡oh hijo mío!
MENSAJERO: Ante el altar se atravesó con un hierro agudo y cerró sus párpados, llenos de obscuridad, no sin haber llorado sobre la suerte gloriosa de Megareo, que murió el primero, y sobre la de Hemón; te maldijo, deseándote toda clase desgracias y llamándote al fin el asesino de su hijo.
CREONTE: ¡Ay! ¡Ay! ¡Enloquezco de horror! ¿Por qué no ha de haber nadie para hundirme en pleno corazón el doble filo de una espada? De todas partes me veo sumido en la desgracia.
MENSAJERO: Ella, al morir, sólo a ti te imputaba su muerte y la de sus hijos.
CREONTE: ¿De qué modo se dio muerte?
MENSAJERO: Ella misma se hundió una espada debajo del hígado, así que supo el deplorable fin de su hijo.” (Pág.57)

            Creonte se encuentra ante la desgracia inminente del cumplimiento del destino predicho por Tiresias a causa de sus decisiones.
            A diferencia de Edipo quien fue una víctima de su destino y actúo si conocimiento de su sangre y engañado, Creonte fue vicioso y ambicioso por el poder, lleno de machismo sin permitir que por ser mujer Antígona se saliera con las suyas al enterrar a su hermano, fue aconsejado por el grupo de ancianos y por su hijo, sin embargo, no cedió ante sus peticiones y como mal gobernante no escuchó al pueblo.
            Por lo que considero la moraleja de la trilogía es revelada con final muy oportuno.

“CORO: La prudencia es con mucho la primera fuente de ventura. No se debe ser impío con los dioses. Las palabras insolentes y altaneras las pagan con grandes infortunios los espíritus orgullosos, que no aprenden a tener juicio sino cuando llegan las tardías horas de la vejez.” (Pág.57)






Referencias bibliográficas


·         Julián Pérez Porto y María Merino. Definición de. (2016). Recuperado de https://definicion.de/trilogia/

·         (S.N). Portal Educativo.  Género dramático (2012-04-06).  Recuperado de https://www.portaleducativo.net/sexto-basico/426/Genero-dramatico

·         Julia Máxima Uriarte. Caracteristicas.co. (30 de diciembre de 2019). Recuperado de https://www.caracteristicas.co/tragedia/


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